viernes, 22 de marzo de 2019

La Venganza de las Marionetas


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"El Negro mismo había venido a combatir a todo el que se dignase a retarlo."

Poco sabía Ripper, acomodado en el trono de su mansión en Darken, acerca del coste que habría de pagar por sus actos. Aislado del mundo, sumido en un trance por la influencia que le causaba su espada, Sentencia, era incapaz de prever que ese día sería derrotado.

Embadurnados en sangre, aparecieron a su derecha cinco de las seis Marionetas de la Serpiente, lideradas por un iracundo Counterfeit. Ante la visión del que una vez fuera su aprendiz, el autoproclamado paladín de El Negro comenzó a reír. Ripper, jactándose de su propio poder –hasta tal punto que había empezado a usar el nombre del antiguo Rey de los Ladrones-, no tuvo problemas en comenzar a provocar a sus rivales. Mientras empuñase a Sentencia sería invencible. Ni siquiera el mismísimo Sworden sería capaz de arrebatarle el poder que tenía sobre Darken. Con la Mano Negra y la Serpiente Roja a sus pies, tenía un ejército lo suficientemente poderoso como para inspirar miedo en la corrupta guardia de la polis, y él… Él no tenía rival. No podía dejar de repetírselo.

En el momento en el que el Fantasma parecía que iba a comenzar su ofensiva, fue interrumpido por su antiguo maestro. “¿Habéis venido a hacerle compañía?”, preguntó Ripper –o Blade, según él mismo- con aire burlón.

Ante el silencio de todo el grupo, el Nuevo Rey de los Ladrones mostró a qué se refería. Extendió su brazo y alcanzó una de las múltiples picas que decoraban su tétrico trono, y la alzó, apuntando a sus rivales. Boquiabiertos, descubrieron el destino de su compañero de fatigas y sexta Marioneta. Nadie conocía el sino que había tenido Bloodguard, el Caballero Caído, apuñalado hasta la muerte por los asesinos de la Serpiente Roja. Aquel capitán de los Capas Moradas que una vez traicionó a Umbra, tirano de Lysan, había hecho el último sacrificio por sus compañeros.

Como era de esperar, la Drenadora cayó desmayada con la visión de la cabeza de su camarada. Es por todos bien sabido que Bloodguard salvó la vida de la lysandre en Lysan y fue esa y no otra la causa de su exilio. Violet de Risen tampoco pudo resistir aquella grotesca imagen, y necesitó un tiempo para retomar la concentración.

En cambio, ni Counterfeit, ni Unbroken ni Slaver fueron afectados por la artimaña de Ripper. De hecho, aquello les había dado la determinación suficiente como para acabar con su enemigo de una vez por todas.

Mientras que el Enterrador protegía a sus traumatizadas compañeras, Counterfeit y Unbroken cargaron contra el Paladín de El Negro, blandiendo sus legendarias hojas.

El olvidado Unbroken, usando la Espada Omnipresente, dañó severamente a aquel profano rival, amputándole la pierna de un corte seco y preciso. De haber sido otro rival, el draga hubiera sido victorioso en este lance, mas las cosas son de otra manera cuando uno ha de enfrentarse con el elegido del dios de la guerra.

No obstante, lo que había conseguido con su raudo ataque era crear la distracción necesaria para que el Fantasma propinase el golpe mortal al lysandro que le sacó de las calles. Empuñando su recién conseguida Espada Espiritual, arrojó una andanada de almas contra su invencible rival.

No sabemos lo que sucedió en la mente de Ripper cuando recibió este ataque de su antiguo pupilo, pero lo que todos vieron fue al poderoso guerrero soltar su espada encantada, Sentencia, y caer al suelo anonadado.

Lo que entonces sucedió fue una escena digna de contemplar. Un borrón, rápido como el legendario Brave, se hizo con la espada antes de que esta tocase el suelo. Y entonces, se alzó el auténtico rival. El Negro mismo había venido a combatir a todo el que se dignase a retarlo.

La sombra lanzaba tajos letales que a duras penas podía esquivar Counterfeit. Eventualmente se cansaría y se sumaría a las víctimas de aquella espada maldita que había enloquecido a su maestro.

Y cuando esto parecía inminente, el olvidado desarmó a la sombra destruyendo a Sentencia de un impacto que a todas luces parecía haber sido tan fuerte como para cortar bloques de gloomita sin problemas.

Tan pronto como esto sucedió, tanto la sombra como la espada estallaron en un negro fulgor. Unbroken, escudado por el Extraño, salió casi ileso, mas Counterfeit y Violet quedaron bastante heridos por la conflagración de aquellas oscuras energías. A causa de la explosión, la torre comenzó a derrumbarse, y tanto Slaver como Unbroken debieron colaborar para sacar de allí a la aún confusa Helífora y a los heridos Violet y Counterfeit.

Fue terriblemente difícil, mas lograron salir de aquel lúgubre tugurio sin dejar a nadie atrás. Unbroken, que a partir de entonces sería conocido como el Verdugo de Dioses, marchó sin rumbo por la ciudad, como siempre, sin dar explicaciones. Una muy traumatizada Helífora acompañó a la herida Violet a la botica, en busca de una cura no solo para sus cuerpos, sino para sus cansadas mentes y oscuros ánimos.

Por su parte, Slaver y Counterfeit se quedarían admirando las ruinas, víctimas de un conflicto emocional. El Enterrador, compungido, hallaría la destrozada Espada del Caballero Caído entre los escombros, quedándosela como último recuerdo de aquel admirable lysandro.

Sin embargo, el Fantasma halló algo mucho más descorazonador. Allí, entre las rocas, balbuceaba su maestro, quien, en estado catatónico y habiendo perdido mucha sangre por su mutilada pierna, no podía creer que hubiera sido derrotado.

Aunque la guardia de Darken estuvo muy atenta a esa última interacción entre un maestro y un alumno enfrentados, nadie llegó a ver si Counterfeit decidió acabar con el sufrimiento del paladín caído, en compensación por haberle entrenado tan bien durante su infancia, o si por el contrario le guardaba demasiado rencor como para aliviarle de una muerte tan lenta. Lo que sí se sabe es que la estructura de poder en la Ciudad de los Ladrones había cambiado de forma determinante, aunque Murder aún ostentase el cargo de líder de la Serpiente Roja.


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